(Redacción por David Gallardo) Desde que el presidente fallecido Hugo Chávez Frías tomó la silla presidencial venezolana en 1999, uno de sus enfoques más directos fue la accesibilidad endógena de servicios a comunidades menos privilegiadas o vulnerables: La medicina era uno de esos.

Cuando lo escribes en papel, se ve y lee «muy bonito», pero luego de 15 años, podemos ver que la tinta de aquel lápiz estaba impregnado de ilegalidad, mediocridad y de la soberbia palpable que es conocida del chavismo y sus herederos.

Ahora que nos sentamos a analizar toda la información que recolectamos, quizás Hugo Chávez tenía el sueño reprimido de ser médico o enfermero, porque el proyecto de Médicos Integrales era un plan que inyectaba dinero al régimen de Cuba mientras que mal diagnosticaban las necesidades del pueblo venezolano que obtuvo la receta de médicos mal entrenados o con mala praxis que aún hoy en día sigue afectando a la población.

La medicina integral no tiene la culpa, de hecho es una solución bastante práctica que cualquier país debería tomar si posee falencias para distribuir la medicina a todo su territorio, sin embargo la ejecución es muy importante y vital, puesto que el ejemplo que estableció Venezuela deja prueba para cualquier gobierno de que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.

Los cubanos y Hugo Chávez Frías

La colaboración entre Cuba y Venezuela en materia de salud no es la primera de la isla comunista. La investigadora Julie Fiensilver señaló en su trabajo llamado La Diplomacia Médica Cubana (Revista Foreign Affairs en español – 2006) que estas participaciones bilaterales empezarían en Chile, durante la década de los años sesenta como parte de la ayuda humanitaria que se ofreció ante una catástrofe natural. Luego se daría la misma ayuda a Argelia, lo cual abriría un nuevo hito en cómo los países brindan apoyo en casos de desastres.

Como mencionamos anteriormente, esto sería un hito histórico que el régimen cubano supo aprovechar y empezaría a monetizarlo para contrarrestar el bloqueo económico que pesa sobre ellos por la sistemática violación de Derechos Humanos que se da en la isla caribeña.

Para el año 2000, Cuba ya poseía una lista de 72 países que estaban «adheridos» a sus préstamos de servicios médicos, pero dicho grupo de naciones empezó a separarse de estas relaciones bilaterales. No obstante el régimen no estaba preocupado, porque ese mismo año Venezuela sería ese nuevo miembro donde se empezaría a desarrollar un proyecto ambicioso.

El objetivo era claro para Cuba, se trataría de «una redimensión de las funciones que esta cooperación había cumplido; a partir de ese momento los intereses económicos comenzaron a desempeñar también un rol importante. La función política e ideológica que venía realizando ya no era suficiente, un nuevo elemento dinamizador era necesario y la venta de bienes y servicios de salud fue su soporte».

El economista Marcelo Mesa-Lago señaló en el 2008 que el gobierno de Hugo Chávez le pagaba al régimen cubano desde el 2005 144 mil euros anuales, que eran equivalentes a $ 184.600 dólares por venta de los servicios prestados por cada uno de los miembros que trabajaban en la red de Barrio Adentro.

«Este monto supera con creces el sueldo de $ 183 mensuales que el gobierno cubano paga a sus médicos cuando actúan como “cooperantes». Si multiplicáramos 15.356, el número de médicos cubanos reconocidos por la Organización Panamericana de Salud (OPS) incorporados en marzo del 2006 a Barrio Adentro, por lo pagado anualmente por Venezuela por compra de servicios médicos, obtendríamos la astronómica cifra de $ 2.826.437.644,8, el 63% del total de servicios profesionales vendidos por Cuba a Venezuela ese año. además de esto los médicos cubanos de la Misión Barrio Adentro, se desempeñan el rol de docentes de la carrera de medicina integral comunitaria, es evidente que un porcentaje de este pago debe ser contabilizado como parte de los gastos de esta carrera, a lo que se le suman los correspondientes al material de enseñanza vendido también por el gobierno cubano», reza el análisis de la Academia Nacional de Medicina Educación Universitaria en Venezuela, Ponencia sobre Educación Médica.

Uno pensaría que estos números son estratosféricos, pero no tenían ninguna intención que disminuir su dimensión, puesto que muchos de estos servicios de salud entre Venezuela-Cuba dependían del «valor equivalente a precio de mercado mundial, en petróleo y sus derivados» en la época que Venezuela gozaba una bonanza por los precios del oro negro que ya alcanzaban la cifra de 60 dólares (2006) por barril.

MIC: ¿Con qué se come eso?

Todo lo erróneo con los Médicos Integrales Comunitarios (MIC) empezó justo desde el principio, puesto que este proyecto llamado el Convenio de Sandino, se proclamó por voluntad de Hugo Chávez, irrespetando así el artículo 85 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

El financiamiento del sistema público nacional de salud es obligación del Estado, que integrará los recursos fiscales, las cotizaciones obligatorias de la seguridad social y cualquier otra fuente de financiamiento que determine la ley. El Estado garantizará un presupuesto para la salud que permita cumplir con los objetivos de la política sanitaria. En coordinación con las universidades y los centros de investigación, se promoverá y desarrollará una política nacional de formación de profesionales, técnicos y técnicas y una industria nacional de producción de insumos para la salud. El Estado regulará las instituciones públicas y privadas de salud.

Artículo 85 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que sostiene que el Estado debe trabajar en coordinación con los centros de investigación y universidades en pro de la formación de profesionales y técnicos.

Chávez nuevamente mostró su falta de respeto a la misma carta magna que promovió, ya que se impuso su deseo de establecer este plan que no solo era inconstitucional, sino que no tenía ningún tipo de planificación, estructura educacional o científica.

Luego del decreto, solo seis Universidades Experimentales decidieron «ofrecerse» para iniciar la carrera de Medicina Integral Comunitaria (MIC). Dicha carrera contaría con un propedéutico premédico con una duración de tres meses, además que los requisitos serían ser Bachiller y el compromiso de trabajar en ambientes comunitarios.

El inicio de esta carrera fue prácticamente barbárico, se le solicitó a 60 profesores cubanos (con contribución venezolana) que se improvisara un pensum sin contenido curricular. Este desastre empezaría a gestionarse entre el 2005 y 2006, pero no fue hasta el 2007 que el proyecto del Programa Nacional de Formación en Medicina Integral Comunitaria (PNFMIC), UBV fue presentado al Consejo Nacional de Universidades (CNU) para la aprobación.

Fue en noviembre del 2007 cuando el CNU aprueba este programa para la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) para iniciar su regulación y además la capacidad de otorgar el título de «médico integral comunitario».

Se pensaría que a partir de esta fecha las universidades envueltas (la UVB y las experimentales) esperarían al siguiente semestre para empezar a dictar esta carrera, pero la verdad es que no fue así. Para este momento, las universidades nacionales experimentales, de la Fuerza Armada (UNEFA), Francisco de Miranda (UNEFM), Los Llanos Ezequiel Zamora (UNELLEZ), Rómulo Gallegos (UNERG) y Rafael María Baralt (UNERMB), tenían casi 2 años de haber iniciado la enseñanza de esta carrera.

Moral y luces

Los «docentes» que cubrieron esta carrera inicialmente fueron los médicos cubanos que estaban dedicados a sus funciones en la misión Barrio Adentro desde el 2003. La palabra «docencia» no era una que podría asociarse con este personal, porque no tenía el tipo de formación académica en este campo, luego para el 2008, el régimen cubano hizo un esfuerzo para entregar 6.175 «profesores activos», pero solo 126 tenían una maestría, una tercera parte no poseía ninguna capacitación docente y 4.602 solo eran instructores o asistentes de profesores en Cuba.

«En 2011 se publicaron los resultados de una evaluación de calidad de los docentes del PNFMIC realizada por investigadores cubanos en Margarita en el 2008. En ese trabajo se menciona «la pobre experiencia docente y poca capacidad comunicativa» de los médicos cubanos «docentes» evaluados, quienes además tienen «fallas en el uso de los medios de enseñanza y de los métodos de evaluación». Concluyen que las fallas son causadas por «deficiencias en la capacitación de los docentes». Sin embargo los estudiantes entrevistados estaban «satisfechos» con su experiencia educativa», indica el proyecto «Caracterización del desempeño profesoral del núcleo de profesores de Barrio Adentro den municipio Marcado», realizado por Sayas Fernández.

Esta «profesión» se enseñó en un lapso de seis años y fue impartida en consultorios de Barrio Adentro, algunos ambulatorios y aulas multipropósito que iban a ser construidas, pero para el 2009 solo estaban listas 43 de las 109 que fueron propuestas.

Luego fueron añadidos los Centros de Diagnóstico Integral (CDI), las salas de Rehabilitación Integral (SRI) y en los últimos 2 años pasantías por hospitales públicos venezolanos.

En los dos primeros años, los estudiantes se entrenarían Morfofisiología y Morfofisiopatología que agrupan histología, anatomía, fisiología, fisiopatología y neuroanatomía, además de tener Informática Médica I y II, pero lo más sorprendente es que dentro del pensum estaba agregada la materia «Pensamiento político latinoamericano», ¿educación o adoctrinamiento médico?

El pensum también estaba estructurado en dos grandes bloques, el primero sería básicamente teórico y agrupaba materias que coincidían con los planes curriculares tradicionales de la medicina, pero eran mucho menos extensas y tratadas con menor profundidad. Bioquímica, Bacteriología y Medicina Tropical, Histología y anatomía patológica fueron incluidas, sin embargo no existían laboratorios ni microscopios para las prácticas.

El segundo bloque eran las prácticas, las cuales eran presenciales pero no necesariamente supervisadas. Muchas veces los estudiantes dedicaba el tiempo a encuestas de salud o nutrición, lo cual se llamaba «ir al terreno», pero esto solo se limitaba a llenar y tabular encuestas. Estas salidas se contabilizaban como 20 horas prácticas sin importar realmente cuantas realizaron.

En cuanto a las horas impartidas en la carrera, estas serían a grosso modo seis años (267 semanas), que se reparten en 1.386 horas teóricas presenciales, 4.446 horas teóricas de trabajo independiente y 7.397 horas prácticas, esto sería un total de 13.299 horas, pero los documentos oficiales suman 14.073 ¿Dónde están esas 844 horas inexistentes?

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