(Redacción por Lorena Bornacelly) Las trochas, los caminos clandestinos que por años han comunicado a Venezuela con Colombia a través del estado Táchira, han sido utilizadas para la movilidad humana y de mercancías. Esto se acentuó tras el cierre de los puentes internacionales ordenado por Nicolás Maduro en agosto de 2015. 

Allí, en las trochas, sucedieron delitos que van desde robos hasta el cobro para permitir el paso de las personas que requerían ir de un país a otro. Tras el anuncio hecho por Maduro y el presidente de Colombia, Gustado Petro, el pasado 1° de enero de 2023 sobre la reapertura fronteriza, volvieron a transitar vehículos por los puentes internacionales, lo que disminuyó considerablemente el uso de los pasos irregulares. 

Aunque no se observan los grandes grupos de personas cruzando por estas zonas boscosas, aún se mantienen operativas para quienes evitan el tránsito por los pasos formales, donde hay presencia de funcionarios militares, policiales y migratorios. 

El caso de una joven de 18 años, madre de un bebé de 13 meses, es reflejo de eso. Usa a diario las trochas para ir de un país a otro, su temor es tener algún problema con autoridades, pues su niño no está registrado ni en Colombia ni en Venezuela, por lo que si fuese intervenida para pedirle los papeles de identificación, podría correr el riesgo de que el infante sea puesto en resguardo de las autoridades. 

Las trochas resultan el camino de escape para quienes no tienen los documentos que se requieren para una movilidad legal. Así como ella, algunas personas cruzan de Venezuela a Colombia con sus maletas para evitar ser interrogados o llamar la atención de las autoridades.

Trochas: Cobros y extorsiones

Si bien durante años los cobros en las trochas por parte de grupos irregulares resultaron casi comunes para quienes cruzaban por allí, el panorama cambió. Ahora las personas temen que en los puentes internacionales puedan cobrarles por transitar, por cruzar con mercancías o maletas. 

Un carretillero, persona que se dedica a ayudar a viajeros con sus pertenencias montadas en una carretilla, narró que usa las trochas como opción porque si lo hace por el puente formal tendría que “colaborar” con los funcionarios de la Guardia Nacional para poder trabajar libremente. 

Sin embargo esa colaboración no puede permitirse, pues su ingreso diario alcanza tan solo para cubrir sus gastos de alimentación. En Táchira es común el uso de pesos colombianos para el pago de transacciones y trabajados. El hombre de 64 años puede ganar al día hasta 10 mil pesos o incluso menos, por lo que compartir su pequeña cuota no es viable.

Las extorsiones de antes, que se hacían en las trochas, migraron a los puentes internacionales y eso conlleva a que las trochas que comunican a Venezuela y Colombia por el río Táchira, no pierdan por completo el dinamismo que las caracteriza.

Persisten los delitos en las trochas

La joven de 18 años que utiliza las trochas para evitar a las autoridades reconoce el peligro al que se somete junto a su hijo. No logra diferenciar entre cuál es la opción menos peligrosa para ellos. 

“Uno sabe lo que pasa pero es mejor no decirlo, porque es peligroso”, dijo. Y es que es un secreto a voces para los residentes de frontera sobre la presencia de grupos irregulares que cometen sus delitos en las zonas boscosas. Que cobran a quienes pasan grandes cantidades de mercancías e incluso roban a los viajeros que optan por transitar por allí.

Es común observar la presencia de funcionarios de la Policía Metropolitana de Colombia haciendo patrullajes e interviniendo a personas para corroborar qué lleva consigo y si tiene alguna sustancia prohibida.